Reseña Histórica de la Fundación (ALSEMEGO) 

La Fundación Alberto Segundo Mendoza Gómez (ALSEMEGO) surge como un acto de amor profundo, memoria viva y compromiso con el bienestar colectivo. Su creación fue impulsada por la señora Hilda Inés Caraballo Pavón, junto a sus hijos Albert, David y Yolanda Mendoza Caraballo, como un homenaje al legado humanista, solidario y transformador del maestro Alberto Segundo Mendoza Gómez, esposo, padre y ciudadano ejemplar.

El maestro Alberto Segundo Mendoza Gómez fue un hombre de principios firmes, vocación incansable por el servicio y un espíritu generoso que trascendió su entorno familiar y profesional. Como docente, dedicó su vida a la formación de nuevas generaciones, sembrando valores, conocimiento y esperanza en cada aula que pisó. Como líder comunitario, fue un promotor del desarrollo social, la equidad y el acceso a mejores condiciones de vida para los más vulnerables. Como padre, cultivó el amor, el respeto y la disciplina, forjando un núcleo familiar que hoy honra su memoria con acciones concretas de transformación social.

Su vida fue ejemplo de entrega silenciosa pero poderosa, de esas que no buscan reconocimiento, sino impacto real. Su capacidad de escuchar, de compartir lo poco o mucho que tenía, y de acompañar a quienes enfrentaban dificultades, lo convirtieron en una figura entrañable y respetada en su comunidad. Fue precisamente ese legado humano y ético el que inspiró a su familia a construir una institución que reflejara su esencia y continuara su misión.

Así nace ALSEMEGO: una Fundación comprometida con el servicio social, la educación y la salud integral, especialmente de niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Más que una entidad, es un espacio donde la medicina, la pedagogía y el trabajo comunitario se convierten en herramientas de dignificación y justicia social. Cada acción emprendida, cada programa implementado y cada vida impactada lleva implícito el sello de don Alberto: el de la empatía, el compromiso y la fe en un mundo más humano y solidario.

Hoy, ALSEMEGO no solo honra su memoria, sino que proyecta su legado hacia el futuro, promoviendo iniciativas que transforman entornos y generan esperanza. En cada paso de este camino, el espíritu del maestro sigue presente, recordándonos que servir es el acto más noble del ser humano.